CRACOVIA, 29 Jul. 16 / 10:27 am (ACI).- El Papa Francisco
visitó esta tarde en Cracovia el Hospital Pediátrico Prokocim y en sus palabras
a los presentes afirmó que quien hace obras de misericordia “no tiene miedo a
la muerte”.
El Santo Padre llegó al lugar a las 4:27 p.m. (hora local)
acompañado de su séquito, del Cardenal Dziwisz y de la Primera Ministra de
Polonia, Beata Szydlo.
En sus breves palabras de bienvenida, Szydlo dijo al
Pontífice que el hospital “es un lugar realmente especial, donde las palabras
fe, esperanza y amor tienen un gran significado. Estas palabras acompañan a
este personal las 24 horas con estos pacientes en condiciones difíciles”.
El Papa, continuó, porta consigo estas palabras, las
presenta con “simplicidad y nos recuerda la sabiduría del corazón” ante los que
padecen enfermedad.
La Primera Ministra resaltó luego que “la misericordia no es
otra cosa que enseñar el amor al prójimo. Gracias por sus sabias palabras y su
simplicidad al enseñarlas y gracias por enseñar a amar al prójimo”.
A continuación el Papa se dirigió a los niños enfermos, sus
familiares, los médicos, enfermeras y personal administrativo presente, y les
dijo que le gustaría poder acompañar uno a uno a los pequeños “y juntos guardar
silencio ante las preguntas para las que no existen respuestas inmediatas. Y
rezar”.
El Papa Francisco se refirió a la especial dedicación del
Señor Jesús con los enfermos y reiteró su denuncia de la “cultura del descarte”
cuyas principales víctimas en el mundo de hoy “son precisamente las personas
más débiles, más frágiles; esto es una crueldad. Sin embargo es hermoso ver
que, en este hospital, los más pequeños y necesitados son acogidos y cuidados”.
“Gracias por este signo de amor que nos ofrecen. Esto es el
signo de la verdadera civilización, humana y cristiana: poner en el centro de
la atención social y política las personas más desfavorecidas”.
El Santo Padre alentó a multiplicar las obras de la cultura
de la acogida para combatir la del descarte, y resaltó que “servir con amor y
ternura a las personas que necesitan ayuda nos hace crecer a todos en
humanidad; y nos abre el camino a la vida eterna”.
“Quien practica las obras de misericordia, no tiene miedo de
la muerte”, subrayó.
Francisco exhortó a quienes sirven a los enfermos a
proseguir en su labor en “este como en cualquier otro hospital del mundo. No
quisiera olvidar aquí el trabajo de las religiosas, muchas religiosas que dan
la vida en los hospitales”.
“Y los recompense dándoles paz interior y un corazón siempre
capaz de ternura”, agregó.
El Papa renovó su pedido de que recen por él, le presentaron
dos cuadros y después saludó uno a uno a los niños enfermos, los bendijo y les
obsequió rosarios.
Una de las niñas presentes le regaló un corazón rosado que
hizo especialmente para él. Antes de retirarse el Santo Padre rezó con todos un
Ave María.